Javier Díez y Carmen de la Guerra: «Si trasciende un artista nuestro fuera de las fronteras, trascendemos todos»

Carmen de la Guerra. Cortesía de la comisaria.

Por Alma Ramas López.

Javier Díez es comisario de exposiciones, patrono de la Fundación Olivar de Castillejo y periodista. En esta última faceta ha trabajado durante las últimas tres décadas fundamentalmente como especialista en información artística y cultural, desempañando entre otras labores las de Jefe del Área de Cultura de los Informativos de Radio Nacional de España, Director del prestigioso programa de Radio 1 “El Ojo Crítico” y Director de Radio 3.

Carmen de la Guerra Martín es historiadora del arte, y en la actualidad está investigando para obtener el título de doctor con la tesis: “Tipología de coleccionismo privado en Espaa 1977-2010. Perfiles de coleccionistas» en el departamento de Arte III, de la Universidad Complutense de Madrid. Profesionalmente desde 1993 ha ejercido como galerista, asistiendo tanto a ferias nacionales como internacionales, con el objetivo de apoyar a las nuevas generaciones, desarrollando todas las gestiones, tanto comerciales como promocionales para dar a conocer las propuestas artísticas, así como dirigiendo los programas expositivos que ha desarrollado como galerista. En la actualidad es la Presidenta de la Asociación Cultural de las Artes Visuales Europeas Artetendencias.

Díez y de la Guerra son los comisarios de la exposición itinerante “La Mirada en el Otro. Conexiones-Confrontaciones. Premios Nacionales de Fotografía”, una muestra colectiva en la que se reúne gran parte del amplio elenco de artistas galardonados con el Premio Nacional de Fotografía, creado por el Ministerio de Cultura de España en 1994. La exposición abarca seis décadas del mirar profesional en nuestro país a través de las muy diversas formas, técnicas, tiempos, circunstancias y manera de entender el lenguaje fotográfico de la mano de autores tan indiscutibles y distintos como Cualladó, Valhonrat, Cristina García Rodero, Humberto Rivas, Fontcuberta, García-Alix, Chema Madoz, Toni Catany, Joan Colom, Pérez Siquier, Ramón Masats, Ouka Lele, Pablo Pérez-Minguez, Manuel Vilariño, Bleda y Rosa, Gervasio Sánchez, Ballester y Rafael Sanz Lobato, galardonados con el máximo premio que se concede en España en esta especialidad y trazar así el recorrido de nuestra historia artística.

Actualmente «La Mirada en el Otro» puede verse, con el apoyo del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, en la Mansión c/16 A de Washington D.C. La muestra, enmarcada en el programa Spain Arts & Culture desarrollado por el el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación en Estados Unidos, estará abierta al público hasta enero de 2013.

¿Cómo surgió la idea de la exposición «La Mirada en el Otro»?

JAVIER DÍEZ: El hacer una exposición aunando en su conjunto a todos los Premios Nacionales de Fotografía que se habían fallado hasta ese momento fue una idea de Carmen, que quería montarla para Artendencias, el festival artístico que venía realizando el espacio Mira de Pozuelo. Artendencias es además la asociación que ella preside y con la que promueve diversas acciones artísticas. Se cumplían entonces quince años desde la creación de esos premios por parte del Ministerio y pensó que era buen momento para hacer un balance, un repaso de lo que había sido y era la fotografía española reflejada a través de los autores que lo habían obtenido.

A mí me propuso que me incorporara al proyecto para desarrollarlo entre ambos y, cuando vimos la cantidad y la diversidad de las obras que estábamos manejando, propuse que las articuláramos por series y las contrastáramos unas con otras, ya que muchos fotógrafos habían abordado temas semejantes desde puntos de vista diferentes, desde miradas muy personales. Creo que de esta forma se consiguió montar una exposición de gran coherencia, con sentido y discurso propio, que es un repaso y homenaje a los grandes fotógrafos que tenemos en nuestro país.

CARMEN DE LA GUERRA: La idea de «La Mirada en el Otro: Conexiones-Confrontaciones» surgió en primavera de 2008. Tenía claro que quería organizar una exposición importe de fotografía española, como una reflexión del trabajo de nuestros fotógrafos para el Festival Artendencias 2009, que se celebró en Pozuelo de Alarcón. La idea de que fueran los Premios Nacionales de Fotografía me daba una garantía de que los autores que contaban con el galardón lo habían obtenido por un comité de profesionales. Ello fue el inicio de un aventura maravillosa, un trabajo que supuso durante un año un gran esfuerzo de documentación, de selección de los trabajos, de producción, de reuniones con el Ministerio.

A Javier Díez lo conocía de Radio Nacional, ya que siempre me apoyó tanto en la comunicación de mis exposiciones en la galería como en los festivales de Artendencias. En una reunión con él antes de que dejara la radio le comenté el proyecto y se mostró muy entusiasmado. Le dije que me rondaba la idea de hacer un catálogo en el cual aparecieran conversaciones con los fotógrafos, ya que mi intención era llegar a la esencia, si era posible, del personaje, o al menos conocerlos con mayor profundidad. Consideré que era conveniente que fuéramos dos comisarios y le invité a  participar. Por eso somos dos comisarios, de campos muy distintos. Yo soy historiadora y él periodista, es como unir arte y comunicación.

Empezamos a trabajar en equipo después del verano con la ayuda de 10 becarias de Artendencias, que colaboraron con muchas tareas de coordinación. El Ministerio de Cultura nos apoyó produciendo la exposición y el catálogo. «La Mirada en el Otro», a través de la mirada de quince fotógrafos, reúne una colección de 118  fotografías producidas en los laboratorios elegidos por los autores, y supervisadas por ellos, y tiene una producción excelente.

¿Qué balance hacen de esta itinerancia?

JD: Francamente positiva puesto que la muestra ha visitado ciudades y países de gran  importancia en cuanto a mercado y prestigio se refiere, como Estados Unidos -donde, con esta de Washington, ya ha estado dos veces- y Japón, y también otros dos países muy interesantes como Portugal y Eslovenia, en los cuales estuvo expuesta en espacios muy destacados y significativos como el Palacio de Ajuda y la Galería Nacional. Además, lo realmente importante es que queda por delante una gira con más citas en Estados Unidos y por diversos países de Latinoamérica, así como un recorrido más amplio por España.

El objetivo de la promoción y difusión exterior de nuestra gran fotografía creo que se está consiguiendo porque allí donde se exhibe esta exposición el público, en general, y los coleccionistas foráneos, en particular, reaccionan asombrándose por la personalidad y calidad de nuestros fotógrafos, que, según dicen, no tiene nada que envidiar a las obras de los nombres esenciales de la fotografía mundial.

La fotografía española desgraciadamente no es muy conocida  fuera de nuestras fronteras, sólo unos pocos fotógrafos han calado algo en algunos lugares, como Fontcuberta, Madoz, Pérez Siquier, García-Alix, Ouka Leele o Cristina García Rodero, principalmente en Francia, Alemania o Estados Unidos. Pero con esta muestra maestros como Colom, Catany. Vilariño o Masats sorprenden y asombran a quienes les contemplan por primera vez. “La Gata” de Alberto García-Alix, que se ha utilizado para las lonas de anuncio exterior de la exposición en Washington, es también un claro ejemplo: el espectador se suele quedar observando su extraño magnetismo. Aunque todavía queda mucha tarea por hacer en la difusión exterior de nuestro arte y en especial de nuestra fotografía. Este esfuerzo del Ministerio, aunque importante, sólo aporta un pequeño granito de arena y hay que ir dando muchos pequeños pasitos que vayan sumando.

CG: Que se llegara a un acuerdo con Cultura coincidió con que estaban con la idea de hacer una gran exposición de fotografía para itinerarla fuera de España. Les gustó el trabajo que estábamos haciendo y nos apoyaron para poderla presentar en Pozuelo y ahora mismo está en su octavo viaje, en Washington D.C., en la antigua residencia del embajador de España, una  histórica mansión diseñada por George Oakley Totten. La exposición está coincidiendo con Foto Week DC , y enmarcada en el programa cultural Spain Arts & Culture. Previamente ha recorrido estas ciudades:  Madrid, Lisboa, Tokio , Nueva York, Ciudad Rodrigo, Liubliana y Logroño. Está previsto que se quede durante el 2013 en Estados Unidos  y que posteriormente viaje a Latinoamérica. Esto es muy importante para una exposición de fotografía española, porque hay que marcarse como objetivo prioritario la difusión de nuestros artistas fuera de  España, exportar nuestra cultura.

El balance de la itinerancia es altamente positivo, porque en estos momentos de dificultad Cultura y Exteriores sí están trabajando en colaboración para hacer exposiciones fuera de nuestras fronteras. Hay recortes, pero se están haciendo cosas, hay que confiar en que se sigan haciendo porque España tiene un potencial artístico que hay que explotar. Porque yo pienso que si trasciende un artista nuestro fuera de las fronteras, trascendemos todos. Es un reto, hay que seguir en el camino de la promoción fuera de España de nuestros artistas.

Mi experiencia en los lugares a que ha viajado es que nuestros fotógrafos son poco conocidos, y todavía no están presentes en colecciones internacionales, pero donde van conquistan las miradas de profesionales y aficionados del sector. Hay que seguir creando  alianzas con museos y centros de arte  internacionales.

Hay que optimizar los recursos, rentabilizar la inversión que se hace y sobre todo marcar un objetivo claro de promoción internacional de nuestra cultura, y buscar también la colaboración con el  patrocinador privado.

¿Sienten especial inclinación o identificación con alguna de las fotografías de la muestra?

JD: Es difícil, muy difícil quedarse con una sola. A mí me pasa lo mismo que al público en general y me sigo quedando boquiabierto frente a la mayoría de las fotos de esta exposición a pesar de que las he visto montones de veces, lógicamente. He citado lo de “La Gata” de García-Alix, pero me pasa lo mismo con su enigmático retrato de la coreógrafa Blanca Li o con “Los malheridos”, que es pura poesía con ese camino del fondo y la mano escayolada que lleva un pájaro muerto en primer plano. Y también con la mano de Fontcuberta en “Googlegrama”; los guantes que conforman una gitana bailando en “Flamenco” de Ouka Leele; los cuerpos esculpidos a todo color en las playas andaluzas de Pérez Siquier, puro pop; la mano que amonesta al niño de Joan Colom en Barcelona; la escalera que parece un cuadro de Mondrian de Ramón Masats; las adolescentes cubiertas etíopes por un velo de Cristina García Rodero; la singular mística del campo de fútbol solitario junto al cementerio de “Casa de Lázaro” de Bleda y Rosa; la desolada y robusta espalda del retrato de Humberto Rivas titulado “Benet“; la potencia visual del escapulario con  lagarto de Manuel Vilariño en “Detente”; las posturas silentes y relajadas, llenas de misterio y belleza de “Los muertos vivos” de Pablo Pérez-Mínguez; las sillas arrumbadas e inhabitadas de Cualladó en la playa de la Malvarrosa o, y es esta una obra maestra casi sin igual, los pies bailando de Toni Catany, una fotografía plena de matices, tonos diversos de luz y de grises, expresión perfecta del movimiento en un soporte artístico fijo e inmóvil.

CG: Esta pregunta es complicada, cada uno tenemos nuestro gusto, o nos identificamos más con alguna fotografía, prefiero guardarme para mí qué fotos desearía tener para contemplarlas cada día en mi entorno.

Pero sí hay una serie, «La calle» de Joan Colom, de 1958-61. Joan Colom nació en 1921, tiene 91 años, en el 2002 fue galardonado con el Premio Nacional de Fotografía, es uno de los renovadores del lenguaje fotográfico en España en la segunda mitad de los años 50, siendo uno de los precursores en la composición de series fotográficas. En 1958 empezó a realizar fotografías en el Barrio Chino de Barcelona de manera clandestina, ya que sin mirar por el visor, con la cámara semioculta, disparaba por debajo de la cintura con su Leica. Trabajó de manera continuada en el Raval de Barcelona de 1958 a 1961, los fines de semana, porque Joan Colom era administrativo. Se inició con las Agrupaciones fotográficas y le interesaba captar la espontaneidad de la realidad del Barrio Chino. Expuso esta serie en la Galería Aixelà de Barcelona, y en 1964 la editorial Lumen le publica el libro «Izas, Rabizas y Calipoterras», con textos de Camilo José Cela, que formaba parte de la colección Palabras e imagen. Se produjo un escándalo con amenazas de denuncia de una de las mujeres que aparece en las fotografías y se quedó tan traumatizado que se aparto de la fotografía hasta prácticamente los años 80.

Nuestros artistas de esa generación vivieron una época muy complicada, con falta de libertad, con escasa información, pero la magia del arte y el reconocimiento a Joan Colom cuando tenía más de 80 años hace que podamos disfrutar de su obra, acreedora del  Premio Nacional de Fotografía en el 2002. Esto demuestra que cuando una persona tiene esa necesidad de crear lo hace incluso en tiempos tan difíciles como en la dictadura franquista.

El catálogo recopila todas las entrevistas realizadas a los fotógrafos. ¿Cuál de ellos os ha resultado más curioso o interesante?

JD: Las entrevistas que recoge el catálogo creo que son una aportación fundamental y añadida para el conocimiento cercano y más aproximado de los creadores que recogemos en esta exposición, que son como la columna vertebral de nuestra historia fotográfica al representar buena parte de la misma. Todos ellos, por ser geniales, son bastante particulares. A Cualladó desgraciadamente no le pudimos entrevistar porque ya había fallecido, pero con más de una docena de entrevistas que se le habían hecho en vida pudimos componer, con la lógica supervisión y aquiescencia de la familia, otra entrevista especial adecuada al libro, a las cuestiones personales y creativas que veníamos planteando en cada caso a los diversos fotógrafos, cogiendo naturalmente sus respuestas anteriores al pie de la letra. Su recorrido vital es ya de por sí una muestra  palmaria de la peculiaridad del personaje: era el responsable de una empresa de transporte con más de 1.500 camiones, padre de familia numerosa, con un problema de personalidad serio, gran coleccionista y ¡fotógrafo de excepción! Todo un figura, sin duda.

Las distintas entrevistas nos permitieron conocer más en corto, en primer plano, a cada uno de los maestros y sus singularidades. Me gustó mucho el contacto con ellos. La cercanía, el calor y la singularidad de Ouka Leele, la dialéctica y el discurso de Fontcuberta, la pasión y profundidad con la que reflexiona sobre su obra Manuel Vilariño, la simpatía y el anecdotário vital de Pérez Siquier o Masats, la obstinada profesionalidad y rigor de Cristina García Rodero, el casticismo rockero de Alberto García-Alix, la genial pop-sonalidad del lúdico Pablo Pérez-Mínguez, ahora ya tristemente desaparecido, la dulzura y predisposición de Bleda y Rosa, la sorprende casa del muy intimista Toni Catany, que trata y controla con un mimo inigualable toda su obra, las dificultades que tuvimos para entrevistar a Joan Colom, al que no pudimos ver en un primer viaje a Barcelona e interrogamos después por teléfono, demostrando tener un carácter y unas inquietudes diferentes a las de cualquier otro fotógrafo. No hay más que mirar su obra, su técnica, desarrollada de modo personal y único, su fidelidad al submundo, al barrio que capta siempre en sus fotos, una y mil veces.

CG: Con estas conversaciones el objetivo era conocer al personaje, tener un contacto directo con el autor. Se hicieron al mismo tiempo  que estábamos en plena producción de todo el trabajo. Era seleccionar obras, reunirnos con los fotógrafos, seguir leyendo sobre ellos, pero yo tengo la grata experiencia de haber compartido un tiempo con ellos que a mí me ha aportado mucho tanto profesionalmente como personalmente, una gran suerte. Los fotógrafos se conocen entre ellos y me llamó la atención el gran respeto y admiración que se tienen entre las diferentes generaciones.

Fue una época de mi vida enloquecida, un no parar, porque yo tenía  mi galería abierta, y además tenía que conseguir patrocinadores para el festival, coordinar el equipo, que fue de gran ayuda, pero era un reto a conseguir, porque tuvimos que convencer previamente  a los fotógrafos para que participaran, y que creyeran en nosotros. Creo que supimos manejarlo, supimos trasmitir lo que queríamos conseguir, nos movía una gran ilusión.

Cuando te enfrentas a un comisariado, lo primero es tener la idea, creer en ella digan lo que digan y luego intentar por todos los medios conseguir el apoyo que necesitas para llevarla a término.

Javier Díez con Miquel Barceló.

¿Qué criterio siguieron para la elección de las piezas de la itinerancia?

JD: Fue bastante arduo porque trabajábamos con muchas obras y muchos autores. Realizamos varias selecciones sucesivas para ir acotando y limitando el campo donde nos íbamos a mover. Buscamos puntos de contacto y piezas que se podían confrontar entre sí,  aquellas que parecían hechas para ponerlas juntas, para verlas unidas, que conectaban por tener algo en común. Montamos series en esos dos o tres sentidos: que pudieran convivir,  que tuvieran conexión, o que se pudieran oponer y contrastar, tal y como aparecen en el catálogo, aunque en el mismo hay algunas fotos que no van a la exposición. Pero anteponiendo siempre el criterio de su calidad incontestable, como es lógico. Estas preselecciones, que fueron dejando el número de fotos primero en más de mil, luego en doscientas y pico y, finalmente, en 118, que fueron las que conforman la exposición en su conjunto, son la base sobre la que trabajamos a la hora de adecuarnos al espacio donde va a ir en cada nuevo punto geográfico de la itinerancia, porque cada lugar, museo, fundación o galería que la alberga es diferente y muy distinto al anterior o al posterior, ya que ha estado en palacios, museos nacionales, galerías de gran reputación, edificios emblemáticos o espacios expositivos de embajadas. Para ello reducimos o aumentamos la cantidad de fotos que viajan, quitamos, ponemos o ajustamos series, etc.

CG: Esta exposición abarca tres generaciones de fotógrafos y hace un recorrido de 60 años de la historia de la fotografía en España. No están todos nuestros grandes fotógrafos, pero podemos ver ese trascurso generacional, el discurso expositivo que nos hemos marcado conectando y confrontado a los fotógrafos es muy interesante porque la idea no era hacer una selección de las imágenes más importantes de cada autor, había que  ir más allá, hacer una reflexión más profunda del trabajo. Las exposiciones colectivas muchas veces pierden el alma y esta exposición tiene alma, está organizada por 14 series o conceptos que son los siguientes: ausencias, escaleras, infancia, religión, esoterismo, cuerpos, personajes, retratos de famosos, multitudes, paisajes, espaldas, parejas, manos, pies, piedras y flores y sillas. Son títulos  universales que se pueden entender en los diferentes países, visionando los trabajos iban saliendo estas temáticas cotidianas, tratadas de diferente o igual manera por fotógrafos de diferentes generaciones .

Esto enriquece el recorrido de la exposición y nos permite  por ejemplo conectar una foto de Madrid de 1960 de Ramón Masats en blanco y negro con una de Madrid de 2000 de Pablo Pérez Mínguez, un paisaje de Bleda y Rosa de la serie «Campos de Fútbol» con  la fotografía “Lo que dura un beso» de Alberto García-Alix, o la fotografía “El inframundo» de la serie «Haití» de Cristina Garcia Rodero con la fotografía “Detente”, más conceptual, de Manuel Vilariño. Así es toda la exposición, un juego visual bien organizado, mostrando la capacidad de investigación que tienen nuestros fotógrafos, lo diferentes que son, y la valentía con la que trabajan. De los artistas presentes en la muestra han fallecido Cualladó, Pérez-Mínguez -muy recientemente- y Humberto Rivas, fotógrafo argentino, pero afincado en España desde 1960.

Inicialmente hicimos un trabajo de campo, de documentarnos sobre la trayectoria y trabajo de todos los fotógrafos, era como una especie de tesis, de estar siempre leyendo sobre fotografía, como meterse en sus vidas.

Se tomó la decisión de acotar el campo de investigación, y  la selección básicamente está centrada en la exposición individual que el Ministerio hace cuando concede el Premio Nacional. Este da a cada artista una dotación de 30.000 euros y organiza y produce una explosión y un catalogo. Posteriormente  la exposición itinera por diferentes museos en España y fuera de ella.

Nos centramos en la obra  ya producida, pero en el 2008  muchas de las exposiciones ya estaban devueltas al autor, y no estaban disponibles y una parte de la colección se tuvo que  producir.

Teníamos seleccionadas más de 1.000 fotos posibles, en diferentes temáticas, y fuimos recortando hasta quedarnos con 118 fotos que forman la colección, aunque tenemos previsto incluir en siguientes viajes a los nuevos premiados: Gervasio Sánchez, José Manuel Ballester y Rafael Sanz Lobato.

Esta exposición es una muestra también de la historia del Premio Nacional de Fotografía que se concede desde 1994 y que en mi opinión ha ayudado a bastantes de los autores que tienen el galardón, porque además de la dotación económica, se les organiza una exposición individual.

¿Qué puntos de vista diferentes y comunes adoptasteis a la hora de seleccionar las fotografías?

JD: Tuvimos, creo, más coincidencias que discrepancias en la selección.  La dificultad estaba en tener que descartar fotos de gran calidad y que cualquiera con cierto criterio valoraría. Tenían que ser fotos que encajaran en las series, que casaran, que fueran significativas y representativas de la obra del autor en cuestión, que sorprendieran, que fueran famosas entre comillas, por un lado, y que, en otros, no fueran las de siempre, que en solitario o en global aportaran algo nuevo. Son los criterios que dominaron y con los que nos fue fácil coincidir. Los dos amamos el arte y la fotografía y los dos estamos entusiasmados con las obras que hemos seleccionado. Yo, particularmente, no me canso de mirarlas.

CG: Teníamos claro la estructura de la exposición y el discurso expositivo, compartimos un montón de horas de trabajo y eso hace que vayas creando y consensuando. Al principio teníamos más de 1.000 imágenes seleccionadas y la selección final fue complicada porque se han quedado muchas fotos  muy buenas, pero los periodos de reflexión eran continuos. Ver muchas veces las fotos hacía que el puzle se fuera formando.

A los fotógrafos, cuando les comunicábamos qué fotos habíamos seleccionado, se quedaban un poco sorprendidos, y nos decían: «y esta foto ¿por qué?, ¿no será mejor esta otra?», y les explicábamos lo de las series.

Cuando vieron la exposición los que pudieron venir a la inauguración -y los que no el libro-, se quedaron sorprendidos. Pero les gustó cómo habíamos trabajado y el resultado final, les hizo reflexionar sobre muchas de sus fotos.

Tanto Javier como yo somos personas cercanas y ponemos mucho entusiasmo e ilusión en lo que hacemos y eso se trasmite.

¿Qué experiencias habéis tenido de la itinerancia por diferentes países? ¿Fue acogida con el mismo entusiasmo en todos ellos?

JD: En todos los lugares ha sido buena la acogida por parte de la crítica, el público y los coleccionistas. En Nueva York varios coleccionistas se mostraron muy interesados por varios fotógrafos y obras. Incluso nos pidieron sus contactos. En Tokio, donde hay –como es sabido- gran conocimiento e interés por la fotografía, les gustó mucho la exposición. En la Galería Nacional de Ljbliana, en Eslovenia, el Ministro de Cultura se mostró entusiasmado con las fotos y no paraba de agradecernos el esfuerzo. Además, allí se expuso un número muy elevado de obras, la televisión nos dedicó un largo y extenso reportaje en un programa tipo «Informe semanal». En Lisboa las fotos colgaban de las paredes del Palacio que fue residencia de los reyes del país vecino y donde había habido importantes exposiciones anteriores sobre los tesoros de los zares y sobre José Saramago, su Premio Nobel de Literatura. Siempre, allí donde hemos estado, nos han subrayado la gran potencia y calidad de nuestros fotógrafos. Ha sido una constante.

CG: La exposición ha sido acogida con éxito en todos los países a los que ha viajado, porque tiene un discurso expositivo claro, hace un recorrido de 60 años por el mirar fotográfico en España, y el público identifica muy bien a las diferentes generaciones de fotógrafos y la línea de investigación de cada autor. Así mismo, hay una cosa que impacta  bastante: llevamos fotos de diferentes formatos, diferentes técnicas fotográficas, blanco y negro, color, digital, y se ve un trabajo muy bien producido, con una presentación excelente. Esto quiere decir que hay unos laboratorios que trabajan muy bien, y hay que tenerlo en cuenta.

¿Cuáles son vuestros próximos proyectos?

JD: Tengo en ciernes varias cosas sobre las que estoy trabajando. Como es lógico con natural prevención, porque las circunstancias actuales complican bastante las cosas, pero creo que son muy interesantes y con un discurso expositivo sorprendente. Además, pienso seguir con la itinerancia de «La Mirada en el Otro», puesto que todavía le queda recorrido. En mi condición de patrono de la Fundación Olivar de Castillejo, batallar por que perdure ese singular olivar, un espacio que se salvó milagrosamente de la piqueta y la voracidad especuladora de los últimos años, situado en un lugar escondido del corazón burocrático y financiero de Madrid, reducto, refugio y paraíso en su día de intelectuales importantes de las primeras décadas del siglo XX español conectados con la famosa Residencia de Estudiantes.Y, finalmente, trabajar en la puesta en marcha de un musical sobre uno de los periodos más coloridos de nuestra historia y nuestra vida cultural pasada.

CG: En estos momentos estoy con mi tesis doctoral: «Tipología de Coleccionismo Privado en España. 1977- 2012 – Perfiles de Coleccionistas”.

En el departamento de Historia del Arte lll de la Universidad Complutense de Madrid, mi director de tesis es Francisco Calvo Serraller, mi maestro, al que respeto y admiro profundamente.

Este es un reto que me he marcado en estos tiempos tan convulsos. Ya la tengo inscrita y estoy en ello, es mi objetivo prioritario, es una asignatura pendiente porque me quería haber doctorado al finalizar la carrera, pero me metí en el mundo galerístico. Ha sido un mundo trepidante, enriquecedor y agotador a la vez, casi no he tenido vida propia.

El cierre de mi espacio me ha dado otra perspectiva de mi vida, ahora quiero trabajar mi yo, me gusta investigar, me gusta crear.

Tanto en la galería, como organizando los festivales, tú tienes clara la idea de qué es lo que quieres hacer, pero proyectas y apoyas las ideas de otros. Esto ha sido muy positivo en mi trayectoria profesional, pero ahora quiero estar conmigo y, desde la experiencia, estoy investigando treinta años del coleccionismo privado en España, porque apenas se ha investigado y hay muy pocas publicaciones. A mí personalmente me interesa saber más, y si lo que yo pueda aportar es bueno para la posteridad me sentiré muy feliz.

Continuar  con los viajes de la itinerancia de «La Mirada en el Otro», con las conferencias y, en relación a proyectos de comisariado, estoy con dos proyectos muy distintos pero importantes, pero prefiero hablar de ello cuando esté confirmado.

¿Qué opináis del panorama artístico actual?

JD: En los tiempos presentes uno tiene que aplicar la fórmula que le servía a Cartier-Bresson para definir lo que es fotografiar: poner en el mismo punto de mira la cabeza, el ojo y el corazón. Hay que afinar mucho, tener calma y redoblar esfuerzos para que lo conseguido hasta ahora no se venga abajo y esa variedad de frentes artísticos que habían florecido en las últimas décadas no se destruyan en un momento.

Hay que ser optimistas y sensatos. Conseguir que las cosas esenciales se mantengan. Tener iniciativas imaginativas y todo lo superfluo, que ha abundado en el mundo del arte desaparezca para concentrarse en las cosas verdaderamente esenciales. Hay que reconocer que se han hecho cosas que buscaban hacer sobre todo mucho ruido y se ha malgastado en lo aparente pero poco sólido, a veces con demasiado populismo fácil.

A esos centros que han nacido bajo la batuta de la subvención y el despilfarro, con afán de derroche y de epatar con invenciones inanes, les diría que aprovechen recursos, que trabajen conjuntamente con otros centros, que hay que racionalizar las producciones y que sean más didácticos, más próximos e inventivos.

Como puntilla a los recortes en cultura, que siempre parece lo más fácil, la subida del IVA, no augura nada bueno.

CG: El panorama actual es preocupante. A veces sientes que todo lo que se ha alcanzado en este país se puede perder. Ya pasamos del blanco y negro al color y no podemos consentir volver al blanco y negro.

Debemos concienciarnos, ser conscientes de que tenemos una nueva realidad, no entrar en el desánimo y, sobre todo, que nadie nos quite las ganas de seguir luchando. No obstante, nada será como antes, en España se ha  malgastado, se ha vivido en una ficción.

Solo hay que ver por ejemplo la cantidad de Museos y Centros de Arte que hay que este país, muchos de ellos no pueden programar, y algunos no pueden pagar la luz.

Que sirva esto de experiencia para que las cosas se hagan con más cabeza, que en esta nueva realidad tan incierta se vea la cultura como un bien que nos hace crecer, que podemos exportar nuestra cultura fuera de España, que la inversión que se hace en cultura  se puede rentabilizar.

Necesitamos urgentemente que se apruebe la ley de Patrocinio y Mecenazgo y se revise el IVA en la cultura.

 

 

 
 
 

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