Andrés Senra: «La obra de arte puede ser transformadora, a veces sin proponérselo»

Andrés Senra Entrevista de Carlos Delgado Mayordomo XTRart Marzo 2013

Andrés Senra en Christiania. Imagen cortesía del artista.

Por Carlos Delgado Mayordomo.

Los últimos trabajos de Andrés Senra (Río de Janeiro, 1968) se han desarrollado en el espacio público de la ciudad con la intención de reinterpretar su operatividad en la construcción de la identidad individual y colectiva. Su posición es la de un ciudadano que forma parte activa en la comunidad que habita y, también, la de un cartógrafo que busca crear un mapa basado en las experiencias vividas, los conflictos no resueltos y las memorias olvidadas. La elaboración de obras como “Plaza solución” (2011) y “Vox populi” (2012), ambas en colaboración con Diana Larrea, supone una resistencia crítica a los códigos que, desde el poder político, se imponen en la comprensión de nuestro presente; estas creaciones, además, tienen en cuenta a la población no solo como audiencia sino como sujeto de la acción involucrado en la definición de su entorno.

La reflexión de Andrés Senra sobre la construcción de la identidad como un concepto relacional, dependiente de los contextos en los que se desarrolla, ha enlazado de manera transversal con otras temáticas como la (im)posibilidad de la utopía, la función comunicadora del lenguaje o la interferencia de la situación económica en el paisaje urbano. En este sentido, “Let’s bank” (2012) es uno de sus trabajos más contundentes: la apropiación y transformación de la señalética de las fachadas de sucursales bancarias cerradas por la crisis se realizó a través de fragmentos de la Constitución Española y de frases de carácter utópico; esta estrategia ponía de relieve las contradicciones de los discursos político-económicos actuales y acentuaba las fisuras que configuran la idea del Estado de Bienestar.

En íntima relación con proyectos anteriores como «Auslandia» (2008-2009), donde narraba la creación, crisis y destrucción de una comunidad en una ciudad réplica del Berlín actual, su último proyecto incide en el análisis de otra cartografía disidente: a partir de una residencia artística en Christiania, Copenhague (http://www.crir.net), zona autogestionada cuyas normas y modos de convivencia -ajenas al resto del mundo- se deciden en asamblea por parte de todos los vecinos, Andrés Senra ahonda en su reflexión sobre la ciudad no como una topografía dictada desde el poder, sino como un espacio generado a través de la autobiografía de sus propios habitantes.

A lo largo de su trayectoria ha trabajado con el dibujo, la escultura, la fotografía, el video, la instalación o la performance. ¿Qué factores determinan la elección de un medio u otro?

La disciplina se ajusta al mensaje y viceversa, pero también a algo intuitivo que no pasa por un proceso consciente. A veces cuando pienso en una obra pienso directamente en la disciplina: quiero hacer un dibujo sobre esto o un video; en otras ocasiones el concepto del proyecto implica una serie de técnicas. Hay cuestiones que no puedo tratar con el lenguaje fotográfico pero sí con el dibujo; la performance tiene un carácter presencial, físico y corporal; el video sin embargo me permite jugar con el punto de vista de la cámara y la temporalidad. Estas aparentes delimitaciones de la técnica no son tales, puedes hablar del paso del tiempo y de la fisicidad con un dibujo, una fotografía o una escultura, como lenguajes se puede jugar con las palabras. Al final muchos de mis proyectos incluyen todas las técnicas porque unos aspectos u otros se adecúan más a lo que quiero contar. El conjunto final suele ser un espacio experiencial en el que se abren diferentes ventanas.

Simplificando mucho, podríamos decir que su obra actual gira en torno a tres ideas claves: utopía, ciudadanía e identidad. ¿Cuándo o en qué contexto empiezan a aparecer estos intereses en su obra?

En realidad han estado siempre presentes y están interrelacionados, me interesa cómo se construye el individuo en tanto que ser social. Mis primeros trabajos pueden parecer autorreferenciales y emocionales, pero en realidad estaba hablando de dinámicas de poder que se generan en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. La idea de libertad como utopía siempre me ha preocupado. Quizá sí que se produjo un giro en cuanto a la representación en mi obra de «el otro»: cómo nos determina o condiciona y cómo nos hace posible.

Otro de los ejes de su trabajo es el análisis de la ambigua posición del Estado con respecto a la ciudadanía. En este sentido, su serie “Casa quemada” (2009) se inspiraba en capítulos de la historia en los que la población ha sido abandonada a su suerte por el poder.

La aparición de los Estados en la modernidad respondió a una serie de necesidades administrativas, de control, y de gestión del individuo, que se establecieron como normativas y que asumimos sin cuestionar. Por otro lado siempre ha habido resistencias, vías de fuga, lugares y no lugares que rompían con la norma. Esos momentos de huida siempre me han interesado por las posibilidades que abren; al final los sistemas cerrados no son sostenibles, las brechas posibilitan la vida. En ciertos momentos históricos en los que se ha roto con la estructura rígida del aparato estatal surgieron nuevas formas de relación. También había una cierta estética postapocalípitca que me interesaba en ese proyecto, así como la eterna discusión de «el hombre es bueno por naturaleza» y «el hombre es un lobo para el hombre«. En “Casa quemada” hablaba de la destrucción como posibilidad para una nueva construcción. Curiosamente algunos teóricos del tardocapitalismo hablan también de una destrucción creativa como necesaria para la construcción de nuevos mercados. En cualquier caso estamos asistiendo en los últimos 50 años a una desaparición de la figura del Estado como lo conocíamos; por otro lado el acuerdo rousseauniano, «tú dame protección y yo te prometo obediencia», nunca fue tal.

 

Andrés Senra Let´s Bank XTRart Entrevista por Carlos Delgado Mayordomo

«Let´s Bank», de Andrés Senra. Cortesía del artista.

En “Auslandia” planteaba la creación de un mundo paralelo al que conocemos, una suerte de Edén utópico cuya historia terminaba, sin embargo, en violencia y destrucción. ¿No es posible imaginar un final feliz para la construcción social del ser humano?

Bueno, quizá es con lo que han soñado las visiones escatológicas cristianas y humanistas. Es una posibilidad a la que no podemos renunciar. Sin embargo yo diría más bien que es posible construir un día a día más feliz, un camino más libre. No pondría una meta porque las metas realizadas son el fin de la utopía. La felicidad, una vez cubiertas las necesidades básicas de justicia, es relativa y personal, ni siquiera hemos resuelto eso.

En “I hurt myself everyday” (2011) articuló su reflexión sobre el trauma, el dolor y la pérdida centrándose en el individuo. Pero, paradójicamente, se trataba de un individuo sin rostro, despersonalizado o enmascarado.

“I hurt myself everyday” es una obra oscura hasta para mí, es un trabajo puramente emocional, me resulta difícil racionalizarlo. La despersonalización tenía que ver con una distorsión del otro, una visión del otro y de uno mismo como contrario, del dolor autoinfligido. En ocasiones, depositar todas tus esperanzas en alguien supone una disolución, puede ser constructiva o destructiva. Eran malos momentos. La pérdida de un ser amado es un tema complejo, se puede intentar analizar el amor romántico como concepto construido pero en mi experiencia fue algo completamente físico, una pequeña disolución, un agujero negro en el rostro, como las fotos que algunas personas se ponen en los perfiles de contactos.

Obras como “Plaza solución” o “Vox populi” parecen querer activar una conciencia crítica en el ciudadano con respecto a los mecanismos del poder. ¿Cree en la función del arte como herramienta de transformación social?

No creo que la obra de arte deba ser propaganda, ni estar al servicio de unos intereses determinados, sería limitarla demasiado. Sin embargo pienso que la obra de arte puede ser transformadora, a veces sin proponérselo. El alcance de esa transformación no compete al artista, me inclino a pensar más en una transformación personal ya que el artista no es alguien ajeno al momento histórico en que vive. Por otro lado la obra de arte está situada siempre en un contexto sociopolítico y económico concreto, hagas lo que hagas te estás posicionando, incluso la abstracción era un posicionamiento. En las obras que mencionas tanto a Diana como a mí nos parecía importante recoger lo que los ciudadanos estaban planteando en torno al 15-M y sobre todo jugar con una apropiación de la señalética de la ciudad que define los momentos históricos que deben permanecer en la memoria colectiva.

Lo colectivo está presente en la temática de su obra pero también en su propio modo de trabajar: ha llevado a cabo diversos proyectos conjuntos con otros artistas, como Diana Larrea o Félix Fernández.

Diana y Félix son mis artistas más queridos, personal y profesionalmente. Es un placer siempre trabajar con ellos y es tan fácil (y mira que somos complicados, cada uno con nuestras manías). Pero sobre todo, cada cierto tiempo las colaboraciones me permiten huir del solipsismo, colaborar te abre nuevas perspectivas, nuevas formas de afrontar un trabajo, es muy divertido y enriquecedor. Nos reímos mucho trabajando juntos aunque también pasamos nuestros momentos de angustia. Es como una isla en el trabajo solitario propio. Además tenemos intereses y referentes comunes y su obra me apasiona.

Andrés Senra Carlos Delgado Mayordomo Entrevista XTRart Marzo 2013

Andrés Senra en Christiania. Imagen cortesía del artista.

Actualmente está desarrollando una residencia artística en Christiania, un barrio de Copenhague parcialmente autogestionado por sus propios vecinos. ¿Cómo surge su interés por Christiania?

Cuando tenía 20 años estuve viajando por Europa y pasé por Christiania, mi sensación inmediata era la de estar en una heterotopía. Christiania es un lugar único en el mundo, un experimento social que surgió a principios de los setenta cuando un grupo de ciudadanos ocuparon unos antiguos cuarteles militares abandonados con la intención de vivir y desarrollar una comunidad basada en la libertad, la autonomía, la autogestión, y la toma de decisiones por consenso. Lo interesante es que han pasado 40 años desde su creación y aquí están, con una larga historia de logros pero también de conflictos con el Estado danés e internos. En la actualidad viven unas 900 personas en unas 49 hectáreas. En cierta manera es asistir a la creación de una nueva sociedad con todas las implicaciones que tiene eso y con todo el interés que genera.

¿En qué consiste el proyecto que está desarrollando en Christiania?

La propuesta que les hice es desarrollar un proyecto que reflexione sobre la idea de la ciudad «ideal» desde la perspectiva de los habitantes de Christiania, con el objeto de construir un «alter Christiania», una utopía dentro de la utopía. A la vez estoy considerando cuestiones como los sentimientos, las dinámicas de poder, la infraestructura y la superestructura, los acuerdos, los desacuerdos, la organización, la economía, los miedos, la naturaleza, los sueños, las dificultades y las cosas que no les gustan y les gustaría cambiar… Se trata de trabajar con la propia idea de utopía a partir de un retrato de esta sociedad incipiente. Paralelamente hay una serie de características de Christiania que aparecen en la literatura utópica de Occidente: su geografía es la de una isla y su arquitectura es extraña, cada casa es un balance entre la proyección mental del individuo y la colectividad. El resultado final será una instalación con video, dibujos y material documental.

¿Cómo ha sido su incorporación en un espacio social tan determinado en sus usos, costumbres y normas como es Christiania?

Bueno, tenía miedo de sentirme como el antropólogo inocente, ellos saben algo que yo no sé, ja ja ja. Sin embargo son muy receptivos, abiertos, amables y cariñosos, sin dificultades para hacer autocrítica y participar de lo que les planteo, en realidad no se diferencia mucho de un pequeño pueblo en la cotidianeidad y tienes que presentarte a todo el mundo, cosa que los urbanitas olvidamos. Hay una serie de normas básicas de respeto, confianza, apoyo mutuo y no violencia, así como la comercialización de drogas duras que está prohibida por todos los problemas que les ocasionó en el pasado. Por lo demás el principio es la libertad absoluta. Aunque, como en toda pequeña comunidad, las cuestiones personales están muy presentes. Por otro lado les interesa mucho la perspectiva que un artista puede dar de ellos. Cuando llegué les dije que me estaba dando cuenta que antes de nada debería intentar saber qué es Christiania, a lo que se rieron y me contestaron: «pues suerte, cuando lo sepas nos lo cuentas». 

 
 
 

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