«La abstracción geométrica en la construcción de Latinoamérica», por María Virginia Jaua

La invención concreta Museo Reina Sofía María Virginia Jaua 2013

Imagen de la muestra «La invención concreta». Cortesía del MNCARS.

Por María Virginia Jaua.

«La invención concreta». Colección Patricia Phelps de Cisneros. Museo Reina Sofía del 23 de enero al 16 de septiembre de 2013

Inició el año para el centro de arte moderno y contemporáneo más importante de Madrid con una novedad: el acuerdo de colaboración entre la Colección de Patricia Phelps de Cisneros y la Fundación del Museo Reina Sofía, cuya primera acción ha sido la presentación al público español de “La invención concreta” una muestra que reúne una selección de algunas de las mejores obras de la colección de abstracción geométrica latinoamericana en el periodo que va de 1930 a 1970.

En fechas recientes, se han dado muestras de interés en España por lo que se produjo en los países de América Latina en los años de la posguerra. De ello son prueba la muestra «América fría» que se presentó en la Fundación Juan March en 2011 o la exposición que el propio Reina Sofía dedicó a la artista Lygia Pape ese mismo año.

“La invención concreta” curada por Manuel Borja-Villel y Gabriel Pérez-Barreiro tiene la virtud de presentar las obras liberadas de las asociaciones geográficas o cronológicas para proponer un recorrido más sugerente y libre, que se articula en torno a cinco “ejes” no lineales ni cerrados sino inspirados en la intención artística: diálogo-universalismo-geometría-ilusión-vibración.

Como se puede intuir, dichos ejes permiten lecturas mucho más abiertas, y van desde la relación de las obras y los artistas entre sí (muchos de ellos formaron grupos como Madí o firmaron manifiestos como el «Neoconcreto»), con otros artistas, con el espectador, con su irrupción en el espacio, y en fin, con su aspiración de creación del espacio “utópico”. En ese sentido la muestra, además de presentar piezas de la Colección que son verdaderas joyas del arte abstracto latinoamericano, resulta novedosa y “productiva” en lecturas.

Se podría afirmar que todas las piezas de la muestra forman parte de la categoría “universal” ya que parten de una propuesta de liberar al arte del “relato literario” y de la mirada al ombligo, para hacer irrumpir una obra autónoma y universalmente legible. Lo cual curiosamente va en sentido opuesto a la tendencia de ciertos movimientos literarios de la época, en los que se puso el énfasis en la elaboración de la identidad por vía del folclor y que llegó al punto más álgido con las fantasías barrocas del realismo “mágico”.

En el eje dialógico algunas de las piezas clave son “Escultura móvil articulada” del argentino Gyula Kosice, el “Livro da criaçao” y “Bichos” de las brasileñas Lygia Pape y Lygia Clark. En estas piezas, a decir de los curadores, la relación con el espectador es transicional y contingente.

La segunda categoría, reúne a los artistas que adoptaron la geometría como una “forma estable y absoluta”. Quizás podríamos aventurarnos a decir que estos artistas de alguna manera son los más cercanos al suprematismo (aunque la influencia de las vanguardias rusas está presente prácticamente en todos los artistas y en muchas de las obras), y a esta vocación mística de la forma, un neoplatonismo para el que el mundo está compuesto por formas geométricas perfectas que el artista tiene la misión de revelar. En este grupo se encuentran las obras de los argentinos Alfredo Hlito, Alberto Molenberg y Tomás Maldonado. A las que se suman las obras de los artistas alemanes Josef Albers con el conocido “Hommage au carré” y Max Bill, ambos fueron una referencia obligada.

Quienes mejor representan el eje vibración son los artistas venezonalos Jesús Soto con la pieza “Cubo de nylon” o “Doble transparencia” y Carlos Cruz Diez con “Fisiocromía”. Ambos artistas estuvieron obsesionados con la vibración y la ilusión, otra de las categorías de la muestra, así como la incorporación del movimiento en la obra en el proceso de desmaterialización de la misma: un casi devenir “espectro óptico”. En estas obras el desplazamiento del “observador” es importante, el eje espacio-temporal en el que se da la “aparición”: la visión de un fantasma.

Tampoco hay que olvidar que una gran parte de la “modernidad tropical” no se entiende sin la intervención de estos y otros artistas como Alejandro Otero –incluido en la exposición- en el espacio público y arquitectónico de Caracas y otras ciudades venezolanas empujadas por el auge modernizador, hecho posible gracias al petróleo.

Las técnicas y los materiales utilizados por los artistas incluidos son tantas y de tal diversidad que sería imposible refererirnos a todos aquí, no todo el arte abstracto es igual, sin embargo sí hay que mencionar la sala dedicada a la “pintura” en torno Mondrian. En ella, se puede ver las variaciones que los artistas latinoamericanos hicieron del “neoplasticismo” del holandés presentado en “Composition N°2 con amarillo y azul”. El primero y más importante sería el artista precursor Joaquín Torres García con “Construcción en blanco y negro”, el único que conoció personalmente a Mondrian y que comulgó con sus ideas filosóficas y místicas. Junto a este encontramos, entre otros, el maravilloso cuadro “The hidden order” de César Paternosto, el “Monocromo rojo” de Helio Oiticica y “Composición” de Lygia Clark.

Varias salas están dedicadas a artistas individuales como Alejandro Otero, Willys de Castro, Cildo Meireles y Gego. Otero con una serie de lacas sobre tabla en las que indaga en el color y su relación íntima con el ojo; de Castro con varios de sus “Objetos activos” desplazados en el espacio; Meireles con “Filo”, esa pieza tan cargada de sentido en la que se esconde una aguja de oro en un pajar; y Gego con una excelente muestra de sus esculturas aéreas, en las que el alambre traza esos sutiles y complejos dibujos dentro del “cubo blanco”.

Termina la muestra con “Citrus”, la pieza de Héctor Fuenmayor que consiste en una de sala vacía pintada por completo con un pigmento industrial de color amarillo cuyo nombre comercial corresponde al título. Esta pieza fue hecha en 1972 para la Sala Mendoza de Caracas. Recuerda al Cruz Diez de las “Cromosaturaciones”, -en las que se tiñen las habitaciones por medio de la luz- sin embargo este “ready made cromático”, como lo llama Gabriel Pérez-Barreiro, es una reflexión crítica en la que un producto “comercial”, que hiere el ojo por la violencia del color, invade el espacio y se erige en “obra de arte”.

Las obras que se reúnen en esta muestra de la Colección Cisneros dan cuenta de la riqueza y la potencia de la abstracción geométrica y su papel en la construcción de un imaginario moderno y democrático para América Latina, el espacio de la utopía que sigue siendo, a pesar de todo, aún poco conocida en España. Es posible que lo que faltó al arte latinoamericano de entonces haya sido no un cítrico que declarara su clausura, sino un crítico como Greemberg -para el expresionismo abstracto estadounidense-, capaz de establecer y de “proyectar” la relación entre la creación artística que se reúne en las diversas manifestaciones de la abstracción geométrica y la potencia del levantamiento de estas naciones hacia la utopía moderna.

El catálogo de la exposición incorpora un subtítulo: “Reflexiones en torno a la abstracción geométrica y sus legados”, el cual me gustaría citar para terminar estas notas con una pregunta: ¿acaso no podríamos intuir en algunos artistas jóvenes latinoamericanos como Jaime Gili o Jorge Pedro Núñez cierto regreso a la abstracción geométrica, a quienes quizás por una necesidad real ante el panorama desolador, les urge renovar la promesa de un pacto con la “emancipación” de la obra de un relato al que la modernidad ya no alcanza y que hoy más que nunca requiere el resultado de una acción?
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María Virginia Jaua (Madrid, 1971) es editora, escritora y traductora. Ha vivido y trabajado en Caracas, Ciudad de México, París y Madrid. Estudió comunicación en la Universidad Central de Venezuela, Letras hispánicas en la UNAM y un posgrado de Letras Modernas en la Sorbonne. Ha desarrollado y colaborado en diversos proyectos editoriales ligados a la literatura y al arte y es en el entrecruce de ambas disciplinas en donde centra su trabajo. Actualmente dirige la revista de crítica cultural on line Salonkritik, es redactora jefe de la revista “Estudios Visuales” y editora de contenidos en el proyecto artístico sonoro “El Estado Mental Radio”.

Nota: Una versión de este texto fue publicada en Letras Libres

 
 
 

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