«Miradas cruzadas: cinco artistas españoles contemporáneos» se presenta en el Centro Cultural de España en México

La exposición “Miradas Cruzadas” que reúne obra grafica Eduardo Chillida, Josep Guinovart, Albert Ráfols-Casamada, Antoni Tàpies y Rafael Canogar.  Cinco grandes maestros españoles que han marcado diversas generaciones de artistas en Europa y América Latina.

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Obras entre la gráfica, el collage y el dibujo a cargo de cinco artistas clave del discurso del arte contemporáneo español: Eduardo Chillida, Josep Guinovart, Albert Ráfols-Casamada, Antoni Tàpies y Rafael Canogar.  La exposición está comisariada por Miguel Ángel Muñoz  y es una iniciativa del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.

Extracto del texto de Miguel Ángel Muñoz sobre la exposición: “Los artistas y los teóricos del arte, obsesionados con los problemas de la forma y la materia, no empezaron a reconocer los valores del espacio hasta los últimos años del siglo XIX y no fueron capaces de empezar a servirse consciente y premeditadamente de sus cualidades estéticas hasta que se afianzaron los movimientos de vanguardia, más o menos, desde el cubismo y el constructivismo. Sin embargo, en un tiempo inusitadamente breve tanto las ruinas del clasicismo y las construcciones del Barroco como el arte contemporáneo, se empezaron a interpretar como espacio. Así, los propios artistas plásticos y los arquitectos comenzaron a considerarse creadores de espacios, valorando más el vacío y sus cualidades que la materia que lo limita y la forma que ésta adopta.

Desde que el escultor Adolf Hildebrand y el historiador August Schmarsow destacaron el valor  artístico del espacio, éste pasó de ser un asunto propio de la filosofía y de las ciencias a convertirse en una cualidad estética que se situará por encima de los temas y los géneros artísticos, haciéndose entonces necesario diferenciar entre espacios vacíos y llenos, abiertos y cerrados, grandes y pequeños, libres y acotados, interiores y exteriores, generándose entonces tantos repertorios de categorías como se le pudieran ocurrir al taxonomista de turno. Poco más de cien años después del hallazgo del espacio como cualidad artística se propone  en ésta exposición  que lleva por título Miradas cruzadas. Cinco artistas españoles contemporáneos, una disculpa como cualquier otra para reunir un conjunto de obras actuales.

¿Cómo describir esa mirada que sirve de transacción entre el espectador  y la obra, una mirada que volcamos sobre esa frágil membrana de la obra de arte hasta intentar romperla y contemplarla en su desnudez? Esa “mirada en blanco” que la pieza artística nos devuelve convierte la percepción en un acto de reconocimiento de uno mismo, pues el espectador descubre que su cuerpo sirve de proyector de una mirada, frente a la obra como universo limitado, como aquella Bola suspendida de Giacometti que, en una operación gestáltica simultaneaba y/o diferenciaba figura y fondo. Si el arte libera la mirada de su continuo  funcionalismo, ¿en qué lugar se ha de situar la mirada contemporánea con relación al  objeto de-sublimado?  Pregunta que encuentra sentido en los dibujos, collages y gráficas de Antoni Tàpies, Albert Ràfols-Casamada, Josep Guinovart, Rafael Canogar y Eduardo Chillida.

Cualquiera de estas obras -de Canogar a Guinovart- se puede interpretar, efectivamente, como aportaciones desde el campo artístico a las actuales reflexiones sobre el espacio. La diversidad de intereses de cada uno de los artistas y la variedad de las propuestas seleccionadas son un reflejo de las enormes posibilidades que sobre el espacio quedan sin explotar; esto se debe a que el espacio ha pasado a ser entendido como un mero  receptáculo para  convertirse en un acontecimiento o, si  se  quiere, en un tema que ha permitido al vanguardismo superar los clichés más estancados de la tradición al mostrar el vacío como ente y los elementos y sucesos que lo pueblan, como la luz, el movimiento, la distancia o los objetos, como sujetos.

Muchas de estas obras ponen de manifiesto el hecho de que estos elementos pueden cobrar nuevos sentidos al ser observados, analizados y razonados en función de su especialidad o de su posición en un lugar determinado, con el que se relacionan y en el que el espectador, a su vez, se sitúa.

Cada uno de estos artistas, pertenecen a un momento “consagrado” de la historia del arte europeo y español de la segunda mitad del siglo XX.  Canogar, Tàpies, Ràfols-Casamada, Guinovart y Chillida, despertaron del letargo academicista  y se unieron para formas diversos grupos (como el histórico grupo El Paso, en Madrid o Dau al Set y Ámbit, en Barcelona), desde los  cuales  poder desarrollar un arte que se enfrentaba al riesgo del rechazo social y del compromiso político. La refinada austeridad y las ganas de experimentar libremente son algunas claves de la fuerza expresiva y del sorprendente encanto que aún destilan sus obras actuales.  Por otra parte, si consideramos la versatilidad como la cualidad que mejor define el arte moderno –de aquí la grandeza de Tàpies, Chillida, Ràfols-Casamada, Guinovart y Canogar -, nos damos cuenta de que el clasicismo es el contrapunto esencial para comprender la genial evolución estética de cada uno. No es un problema de estilo, por supuesto.

Son imágenes de sensaciones ordenadas con voluntad de obra de arte. Sensaciones que intervienen en la imaginación del artista y que han sido capaces de configurarse como entidades dotadas de vida propia. Parece   acertado asegurar que el artista grande es aquel que ha “visto” de una manera la naturaleza y nos ha dado las razones formales para hacerlo de esa manera, enseñaba Berenson en un momento de curiosa lucidez. En la tradición clásica las sombras eran siempre oscuras, pero los impresionistas, sin embargo, nos enseñaron a verlas rojas, azules o violetas.  En el límite reducido de la historia de la pintura moderna, ¿qué circunstancias hicieron posible el estallido de Tàpies, de Chillida, de Canogar, de Ràfols-Casamada, de Guinovart? Los motivos artísticos pueden ser diversos. Quizás la quiebra del naturalismo francés al trasluz del simbolismo trascendente de Boecklin, la insatisfacción ante el decorativismo vacío y efectista del Jugendstil o los componendas funcionalistas de Sezession en Viena y Munich. Lo cierto es que estos cinco artistas crecieron lejos de la academia, salieron de su país, que vivía una dictadura fatal y cruel, que los ahoga creativamente. Fue París un  descubrimiento cultural y artístico; redescubrir a Picasso, Klee, Gris, Braque,  Miró, y el surrealismo. Aunque los años de posguerra acentúan su perplejidad, ante los meandros formales de las vanguardias –ya históricas y plagadas de nuevos léxicos- y los devuelven a la interiorización inventiva a través de un lenguaje plástico activo y preciso: el expresionismo abstracto y el informalismo. Así lo demuestran las arquitecturas y los caligramas de sus obras de los años cincuenta. No se trata de  convertir la historia en obra de arte. Sencillamente de hacer buen arte.

La abstracción poética de Ràfols- Casamada, un icono de la renovación pictórica, un verdadero poeta del color; la fuerza desgarradora de las abstracciones informalistas y metéricas de Guinovart, un artista que no se contiene; es el gran creador de la materia e impulsor de un misticismo estético único y sorprendente; la gestualidad nerviosa de Canogar, un fundador y renovador del informalismo, o la delicada abstracción de Tàpies, una figura de confrontación, creador de dimensiones al límite de diferentes realidades; Chillida, el gran artífice del espacio poético y escultórico, nos hablan de una pluralidad de estilos e intereses plásticos, matéricos, formales y expresivos que tienen un denominador común en una voluntad de avanzar, sobre un discurso  pictórico agotado.  Se trata  -decía Cézanne-  de exponer la naturaleza a partir de “la petite sensation”, de las sensaciones cromáticas que desata la luz, y que son la causa de las potentes abstracciones que singularizan las pinturas cezannianas. Un principio de disgregación de los recursos visuales, que obliga al espectador a una lectura activa en la que poco cuenta los saberes previos y las precisiones de estilo y estructura formal.

Si bien es cierto, que muchos de estos artistas, con el paso del tiempo, las glorias del éxito y los estragos de la fama, han terminado por acartonarlos e incluso por aceptar las “palmas académicas”, es cierto que su obra reciente sea un ejemplo total para las nuevas generaciones, como la de estos cinco artistas, que desde hace más de cinco décadas han logrado consolidar una estética muy personal. Pero, mucho me temo que los “artistas posmodernos” de la actualidad, siguiendo la teoría freudiana, han preferido “matar al padre”, alejándose en la dirección del individualismo autocomplaciente y eludiendo cualquier compromiso social y cultural que reclama nuestro siglo XXI. Son artistas, en definitiva, que entienden por originalidad la atención despierta a los motivos del arte que se esconde en la más leve estructura formal, si se es capaz de perseguirla imaginativamente.

El mundo del arte se ha pluralizado hasta disolverse en un universo de “objetos funcionales disfuncionalizados”, orientados a la evolución sentimental o dirigidos a despertar una experiencia nueva en el espectador.

De hecho, una cosa parece clara. Frente a las tentativas anacrónicas de repetir formas artísticas del pasado, con mayor o menor astucia, Walter Benjamin sugería sencillamente que “el arte debe trabajar con los materiales de que dispone” Y hablaba en plena crisis de Weimar, cuando la cultura de masas empezaba a desdibujar el egotismo estético romántico. ¿Un arte al margen de la historia? No. Creer en el arte significa apostar por la creatividad y la innovación. Antoni Tàpies, Albert Ràfols-Casamada, Josep Guinovart, Rafael Canogar y Eduardo Chillida, han dejado ya, en el siglo XX y principios del XXI, un registro histórico único, que ha marcado a diversas generaciones de artistas en Europa y América Latina. Un buen desafío para nuestra sensibilidad tal vez un poco abrumada de memoria. De todas formas, la mejor de todas lecciones que cabe extraer de esta experiencia es que compromete hasta el fondo nuestra adocenada pasividad de espectadores, mostrándonos que el descubrimiento de nuestro mundo interior es el único camino para acceder al arte, consagrado o  no.”

Fuente: Centro Cultural de España en México

Título del evento: Miradas cruzadas: cinco artistas españoles contemporáneos
Sede: Centro Cultural de España en México
Ciudad: México DF
País: México
Fechas: del 30 de agosto al 10 de noviembre del 2012

 
 
 

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