CARLOS DELGADO MAYORDOMO / Federico Sancho

En el año 2008, Federico Sancho (Madrid, 1979) gana el Primer Premio Julio Antonio de Escultura y, con este motivo, un año más tarde se le organiza una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Tarragona. El premio como legitimación cualitativa de una obra es uno de los recursos habituales de apoyo al denominado arte “emergente”, una suerte de control de calidad que, bajo parámetros muy dispares permite a la institucionalidad –pública o privada– legitimarse a sí misma como herramienta constructora de nuevos discursos culturales. Pero el  término “emergente” es, en sí mismo, un apelativo efímero y destinado a su derribo, un transitar en un tiempo condenado al presente, asociado a una cadena de definiciones como juventud, novedad o invisibilidad y que finalmente se diluye cuando se inscribe en las redes de canalización y exhibición de la Institución Arte.

Consciente de que la emergencia no tiene que ver necesariamente con la edad y de la ambigua interpelación que las instituciones llevan a cabo con dicho término, Federico Sancho llevó a cabo una exposición que, bajo el título Retrospectiva, transformaba su individual en el Museo de Arte Moderno de Tarragona en una exposición de un colectivo, denominado Simulacro, integrado por cinco artistas de muy diversas edades, estilos y procedencias. De este modo, junto al propio Federico, aparecían otros nombres (algunos reales, otros ficticios, pero ninguno realmente asociado a un “artista oficial”) que trazaban una panorámica de un momento que nunca sucedió y recuperaba unas creaciones plásticas que nunca se llevaron a cabo como tales. Aquellos nombres (Regina Dörr, Renné Páez, Jordi Gómez y Juan Ayala) no se constituían como un conjunto de alter egos en la línea de la Rose Sélavy de Duchamp, sino como artefactos individualizados que dinamitaban la tarea de descifrar al autor y su contexto. En este sentido, resultaban especialmente reveladoras las palabras de Josep Poblet i Tous, Presidente de la Diputación de Tarragona, en el protocolario texto de introducción al catálogo de Retrospectiva, donde señalaba lo siguiente: “A mí, sin ser un especialista, su obra me parece simple y esquemática, pero con toda la complejidad que estas palabras pueden significar en el mundo de las artes. Por eso mismo, sus obras nos producen impacto, sorpresa e interés. Son fruto de contradicciones, efectivamente, pero de contradicciones deseadas, interesadas o promovidas por el propio artista”. En este ir y venir desde lo simple a lo contradictorio se subrayaba la sorpresa ante la propuesta de un artista joven que en lugar de hacer una exposición había simulado una exposición.

Desarrollada como instalación audiovisual y como libro de artista, la obra Regina es una de las piezas claves de Retrospectiva por su capacidad de fascinación a través de una narrativa donde la fabulación se presenta como estructura de lo real. Si atendemos a la documentación, estaremos ante el registro del trabajo de una artista nacida en Alemania a mediados de la década de los treinta del siglo pasado que, tras su llegada a Madrid, se integra dentro del ya mencionado Colectivo Simulacro. Posteriormente, exiliada en Buenos Aires, emprende una investigación sobre la implicación del gobierno argentino en los manicomios por medio de su ingreso voluntario en uno de ellos, acción que, inevitablemente, acabará convirtiéndose en un extraño caso clínico. El archivo fotográfico que documenta el proceso de la performance o los perturbadores registros de imagen y sonido de la propia Regina otorgan un estatuto de veracidad difícil de esquivar. En un nivel discursivo, si sustituimos la palabra “manicomio” por “museo” y “loco” por “artista” podremos llegar a entender la complejidad semántica de una obra donde se cuestiona la supuesta horizontalidad que lo institucional plantea entre continente y contenido. En este sentido, resuenan ecos del panóptico inventado por Jeremy Bentham, un espacio cerrado y vigilado en todos sus puntos en el que, como señaló Michael Foucault, “los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, en el que todos los acontecimientos están registrados”. Y como las histéricas que Charcot mandó retratar en el hospital de la Salpêtrière, en una suerte de simulacro donde la interna tenía que aprender a comportarse como tal, Regina se contorsiona a través de un riguroso “Tratamiento Postural de Iniciación” cuyo registro gráfico sobre el papel se va difuminando a medida que avanzamos en la lectura. La memoria de Regina, narrada con detalle página a página hasta culminar en el borde del no-ser, de su desaparición fantasmagórica, encuentra su contrapartida en la portada del libro Simulacro. Invernadero, cuya perfecta impresión digital aparenta las costuras de un libro ya usado. Ahora, el paso del tiempo es un disfraz y el grado de realidad es tan solo el grado de visibilidad de ese mismo disfraz.

En 2010, Federico Sancho muestra en la Biblioteca de Cataluña (Barcelona) el archivo inédito de Olmo, un pueblo escondido en algún lugar donde, durante cierto tiempo, se asentó un grupo de artistas procedentes de distintos lugares de Europa. En este proyecto, las fórmulas historiográficas para  gestionar la memoria -documentamos y archivamos para que no haya olvido- se aplican para recuperar el espectro de algo que nunca sucedió. Si el documento es la huella de un hecho que se sustrae al presente, el Archivo Olmo presenta un conjunto de artefactos supuestamente históricos inscritos en una narrativa ficcional; en este sentido, el artista acentúa la cesura que siempre existe entre el acontecimiento y su documentación al trastocar los modos de una investigación: el Archivo Olmo muestra los vestigios sobre los que conocer un acontecimiento posible, contrafáctico, alternativo.

A esta hibridación de voces se suma, en muchas de las piezas que integran la obra plástica de Federico Sancho, el deseo de diluir los códigos tradicionales de cada disciplina. Enmarcar esculturas o pintar formas escultóricas es, en primer lugar, un comentario acerca de la vigencia de unos lenguajes que han sido acusados recurrentemente de haber sido sobreutilizados durante la modernidad. Pero su trabajo con la pintura y la escultura juega un papel más lúcido que el simple cuestionamiento de la pureza de los medios; en este sentido, la obra plástica de Federico Sancho conecta con determinadas vías exploradas por la tradición moderna abstracta sin llegar a agotarse en una mera reconceptualización irónica. Incluso una serie como Ludomático (2011), que en su propio nombre plantea la idea de juego, es en realidad un serio ejercicio donde el dibujo activa un complejo diálogo entre intuición y estructura, temblor y geometría, figuración y abstracción.

La última propuesta colaborativa de Federico Sancho nace en 2012 durante una residencia en Birmingham dentro de un festival de teatro que se desarrolla en una antigua fábrica. Desplazados a un edificio próximo, los trabajadores que en su día habitaron aquel espacio participaron activamente en la recuperación de la memoria del mismo. De este modo, frente al archivo fantaseado de Olmo, ahora Federico Sancho nos invita a reflexionar, a partir del testigo y su testimonio, acerca del archivo como algo puesto en vilo entre el pasado, el presente y el futuro. La impresión de las huellas de los trabajadores sobre diversos soportes, la recuperación y puesta en marcha de maquinarias antiguas, las entrevistas, los sonidos, los vídeos, las fotos, es decir, toda la dimensión del proyecto artístico, surge del deseo de que el resultado no pase a formar parte de un archivo muerto y, por tanto, se desligue de la vida. Como ha señalado el propio Federico Sancho: “Son los trabajadores los verdaderos protagonistas de esta historia y hacerles que participen en el proyecto va mucho más allá que cualquier método para la reconstrucción de unas ruinas. Es ahora cuando tenemos la oportunidad de preservar, en vida, por ellos y con ellos. Al fin y al cabo, estamos en su casa”.

 

 

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Federico Sancho (Madrid, 1979) ha expuesto, dentro del circuito artístico nacional, en el Museo de Arte Moderno de Tarragona, Circulo de Bellas Artes de Madrid, Biblioteca de Cataluña, Calcografía Nacional, Universidad de Castilla La Mancha, Carmen de la Victoria y galerías como Espai B, Setba zona d’art, Teknon, entre otras. Ha sido galardonado con el primer premio de la Biennal d’art de Tarragona. XXIV Premio Julio Antonio de Escultura. Actualmente, vive y trabaja en Barcelona donde publica libros de artista y obra gráfica con el soporte de Tinta Invisible Edicions.

Carlos Delgado Mayordomo (Madrid, 1979) es licenciado en Historia del Arte. Actualmente es coordinador de proyectos expositivos de la Fundación FIArt y responsable de exposiciones de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Las Rozas. Desde 2008 trabaja como comisario independiente para museos e instituciones de España y América Latina, donde ha desarrollado, entre otras, las exposiciones Rare paintings (2008), Agustí Centelles: la caja de la memoria (2009) y, junto a Carlos Jimenez, Sinergias. Arte latinoamericano actual en España (2011). Una selección de sus textos sobre arte y literatura se pueden consultar en el blog http://www.arteparaperplejos.blogspot.com.es/

 

Imágenes:

01. Selección de libros realizados por el autor
02. Regina. Libro (detalle). 2009
03. Regina. Instalación de video. Museo de Arte Moderno de Tarragona, 2009
04. Simulacro. Invernadero. Libro. 2009
05. Telón. Óleo sobre lienzo, tela y zapatos (220 x 200 cm.)  Museo de Arte Moderno de Tarragona, 2009
06. Olmo.  Panorámica de la exposición en la Biblioteca de Cataluña. Salón del libro. Barcelona. 2010
07. Vista exposición Olmo. Detalle de Cúpulas. Biblioteca de Cataluña. Barcelona, 2010
08. Boreal. Técnica Mixta (120 x 180 cm.) Galería Espai B. Barcelona, 2007
09. mod.323. Escultura en madera y caja de hierro. Galería Cosmo. Barcelona, 2010
10. Cascabel. Perteneciente a la colección Foresta. Técnica mixta (24 x 30 cm.)
11. Ludomático. Galeria Víctor Lope. Barcelona, 2011
12. Pliegos. Colección “Ludomático”. Galería Víctor Lope. Barcelona, 2011
13. Globes or hands . Proceso litográfico en A.E. Harris Factory. Be Festival. Birmingham. 2012
14. Globes or hands. Exposición de litografías en A.E. Harris Factory. Be Festival. Birmingham. 2012
15. A.E. Harris Security Device. Instalación en A.E. Harris Factory. Be Festival. Birmingham. 2012

 
 
 

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