Rafael Canogar: «La pintura permite dejar rastro de nuestras reflexiones, anhelos y sueños»

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Rafael Canogar. Imagen cortesía del artista.

Mar Sierra Martínez

Nombrar a Rafael Canogar es repasar más de medio siglo de arte. A sus 78 años habla con el sosiego del que tiene una vida plena. Toledano, discípulo de Vázquez Díaz y miembro fundador del grupo El Paso, entiende el arte como una vía de comunicación y encuentro con el otro. Canogar es pintor de fama mundial, padre de artistas y ante todo un ser comprometido consigo mismo y con su público. Cerca de los 80 años se enfrenta a su primera exposición individual en Londres, donde se exponen algunos de sus trabajos más recientes hasta el 20 de julio.

Después de tantos años de profesión expone en Londres. ¿Cómo lo vive?

Es mi primera exposición individual allí. Es cierto y curioso, después de tantas y tantas exposiciones en el mundo. Lo vivo, como me pregunta, con total normalidad, pero con el deseo de que guste y se preste atención.

¿Qué Rafael Canogar cuelga de las paredes de la Gallery Different de Londres?

La exposición está organizada por ArtePaso, y no soy conocedor exactamente de lo expuesto. Tampoco he estado en la inauguración. Pero sí hice saber que estaba interesado en mostrar mi última obra, es decir, mi último periodo, en lo que estoy trabajando en estos momentos, y que creo da más puntual y fresca respuesta a los planteamientos estéticos actuales.

Su pintura es como la vida: cambia, se adapta, expresa los anhelos e intereses de cada momento…

Sí. Para mí el arte es una forma de realizarme, y de comunicarme con los demás. Y este mismo acto de intercomunicación se realiza en un espacio o entorno, que no son fijos, unas circunstancias que cambian, y en las que el hombre es una parte de ese todo. La pintura me da posibilidad de utilizar un lenguaje universal que nos permite dejar rastro de nuestras reflexiones, de nuestros anhelos, de nuestros sueños. Es un lenguaje de una riqueza inmensa, inagotable diría yo, objeto sensible y plástico, donde se han dejado impresas las huellas de tu subjetividad.

Con la que está cayendo en España, ¿cómo recuerda El Paso?

El Paso, más que un movimiento estético, que también, fue un grupo de acción, que quiso enfrentar un mal endémico español en el terreno de las artes plásticas; un atraso cultural que España padecía, y que se había agudizado por la Guerra Civil. La falta de estructuras de apoyo al creador nos había condenado a una marginalidad intolerable. Conscientes del grave problema, mi generación trabajó en crear un nuevo espíritu, ilusionante, que despertó la lucha por unas nuevas reglas de juego. El grupo El Paso nació en el momento y el lugar oportunos. El poeta Frank O´Hara dejó escrito en los años 60: “…Son las necesidades culturales de su sociedad por las que el artista se expresa”.

Nuestro arte, el de El Paso y el de otros artistas de nuestra generación, dio respuesta a una demanda social de identidad y libertad. Fue una generación con una gran personalidad, que llegó a ocupar un lugar preferente en el panorama artístico internacional.

Un poco de balance.  ¿Qué le ha dado y qué le ha quitado su profesión?

Hacer un balance de mi profesión es muy fácil. Mi profesión es todo para mí: lo que soy y lo que siento. Ha llenado mi vida plenamente, me ha permitido saber lo que significa “libertad”, la ética, la honradez, la sinceridad. Me ha permitido conocer grandes personajes, y establecer relaciones que han enriquecido mi vida.

También tengo una familia que me ha hecho feliz.

Pero que no se piense que ha sido una vida sin tropiezos, los he tenido, muchos y dolorosos, pero no han dejado cicatrices, solo rastros en la memoria.

Como se puede ver por mis palabras, el balance que hago es muy positivo: me ha dado mucho y no me ha quitado nada.

Cuando ve la obra de sus hijos, ¿qué piensa?

Me siento muy identificado con las obras de mis hijos y, como sé que se me pregunta por la obra de Daniel, que ciertamente es muy reconocido, diré que me siento muy orgulloso de su trabajo. Daniel está muy preparado y está haciendo una obra muy intensa y bella que, para mí, abre nuevas concepciones de la creación artística.

Y por último, desde la soledad del estudio del pintor, ¿se tiene en cuenta al público?

Cuando trabajo, en esa soledad del artista que menciona, pienso sobre todo en resolver felizmente la obra en la que esté trabajando. Pero cuando analizo esa misma obra sí tengo en cuenta que, además de mi juicio, tendrá que enfrentarse al juicio crítico del público. A los artistas se nos está examinando siempre y se nos pide coherencia con nuestra obra. Pintar es, para mí, un ejercicio de responsabilidad al mismo tiempo que de libertad. Y ese ejercicio de responsabilidad, al mismo tiempo que coherencia, es lo que me ha llevado, en momentos necesarios, a romper con una línea de trabajo.

Pienso en el público, en su mirada, en dar la respuesta adecuada a esa relación. Pero yo no sé cómo es ese público, pienso en él, sí, pero tomándome a mí como modelo, lo que yo exigiría desde el otro lado, como público.

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 Imagen cortesía de la Gallery Different de Londres.

 
 
 

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