CARLOS DELGADO MAYORDOMO / Antonio Barea

La obra de Antonio Barea (Jaén, 1985) reflexiona acerca de la conexión entre el lugar y su representación simbólica; al mismo tiempo, se opone a las categorías de lo estático y lo normativo que definen las cartografías tradicionales. El artista es consciente que nunca como en la actualidad el mundo se había visto atravesado de tantos flujos, en tantas direcciones y a tanta velocidad, y que todo esto conlleva la desaparición de  los posicionamientos territoriales, identitarios e ideológicos fijos. Sin embargo, su discurso no cuestiona la funcionalidad del mapa como instrumento para repensar las relaciones entre el ser humano y el territorio; al contrario, lo cartográfico se posiciona dentro de su poética como dispositivo narrativo, capacitado para contar historias acerca de nuestros modos de aproximación al espacio habitado.

Como ha señalado Boaventura de Sousa-Santos, los mapas distorsionan la realidad a través de tres mecanismos interdependientes: la escala, la proyección y la simbolización. El primero tiene la capacidad de reducir la realidad a su esencia; el segundo, determina los grados de modificación de las características reales del espacio; el tercero, condiciona los símbolos gráficos de la realidad espacial seleccionada. Sin estas señales, es tan inútil como el mapa de Bellman en la historia de Lewis Carroll, que pretendía representar el mar sin vestigios de tierra y que, como tal, era una hoja de papel en blanco.

Uno de los aspectos claves de la investigación de Antonio Barea se centra en la idea del mapa como soporte de visualización de datos, pues configura un patrón que subyace, con lógica comunicativa, bajo un conjunto de signos aparentemente arbitrario. En este sentido, la pretensión del artista de entender el territorio a través de la gráfica está próxima a la idea de Lev Manovich de que las bases de datos son las formas simbólicas contemporáneas ya que estructuran nuestra experiencia del mundo que nos rodea. Sin embargo, la producción de Antonio Barea se desliga de las nuevas técnicas digitales de visualización (binarias, dinámicas e interactivas) y mantiene la representación de los datos sobre soportes tangibles, cerrados en su dimensión espacial y modulados por una imaginación próxima a la poética borgiana. En este sentido, el autor se ha referido con fascinación al texto “Del rigor en la ciencia”, cuya idea central es un mapa perfecto de un territorio determinado que no omite particularidad alguna, por tanto a escala 1:1, que coincide exactamente con el territorio y, de alguna manera, es el territorio. La imaginación del espacio –los paradojales laberintos, los senderos que se bifurcan, el propio Aleph como territorio que niega las coordinadas lógicas– es uno de los hallazgos del universo de Borges que Antonio Barea asume para negociar su propio diálogo con un espacio, el actual, que se abre en todas direcciones de manera ajerarquizada y excéntrica.

La precisión vertical y horizontal de la cartografía clásica, así como la representación de atributos tales como distancias, direcciones, tamaños y formas, son algunas de las cuestiones que se subvierten en los Mapas invisibles de Antonio Barea. Concebidos como una suerte de caligramas escultóricos, se proyectan hacia el espectador como vistas aéreas y miniaturizadas de un determinado territorio donde la orografía se ha construido con distintos fragmentos de un atlas de carretera. En este bucle semántico, abstracción y representación se reactivan dialécticamente, mientras el módulo se presenta como figura iterativa que organiza la composición.

Hablar de territorio (la primera acepción del diccionario de la RAE dice “porción de la superficie terrestre perteneciente a una nación, región, provincia”) implica connotar el fraccionamiento de una superficie de la tierra, algo que los mapas tradicionales nos devuelven de manera clara, legible, pensable.  A la pertinencia del uso de un módulo en expansión rítmica para (re)construir lo fraccionado, se suma la capacidad del artista para no encorsetar sus trabajos por la imposición racional de los contornos geométricos; al contrario, el módulo actúa en estos Mapas invisibles como estrategia para romper la óptica vertical del paisaje y condensar la idea de un mundo que ha desmantelado toda jerarquía del lugar dictada por los códigos de centro y periferia.

Esta labor de condensación resulta especialmente relevante en la obra pictórica y gráfica de Antonio Barea, donde juega con las variaciones que sobre la visualización de lo real ejerce la proximidad o lejanía del territorio, ya sea a través de una presencia real sobre el paisaje o través de Google Earth o cualquier otra aplicación informática similar. En estas piezas, la estrategia de la elipsis y la compartimentación (áreas geométricas planas grises, azules y verdes) muestran el territorio en su último grado de definición, en una síntesis donde forma y color se enuncian desde un vocabulario reducido a lo esencial. Acentúa ahora el artista la idea del paisaje como un recorte de la mirada, espacio intelectualizado y modular que se revela como una construcción cultural consecuencia de un discurso.

Obras como Drone, Bauvais o Bergamo elaboran una síntesis entre la estructura tridimensional de sus Mapas invisibles y la simplificación tonal de su obra pictórica y gráfica. El empleo de materiales como el cobre o el aluminio sustituye ahora a los atlas de carretera, decisión formal que, por supuesto, tiene consecuencias conceptuales: se acentúa así la idea de un espacio irregular construido a través de microespacios regulares, territorializaciones yuxtapuestas a vista de pájaro que, en palabras de Eduardo Hurtado, tienen “algo de querer enfrentarse a lo máximo desde lo mínimo, de querer tornar experiencia en forma. Eso es repetir, como caminar. Algo que es un avión y una montaña. Algo que es catalogar y descatalogar. Algo que es aparecer y desaparecer”.

La propuesta más reciente de Antonio Barea, Acantilado, es una intervención site specific que utiliza como contexto el Puente de Deusto en Bilbao, formada  por 275 piezas de aluminio plegado, de igual forma y tamaño, que parecen haber sido lanzadas al aire y haber quedado suspendidas en un desorden aleatorio. Como un horizonte descompuesto, esta obra se aproxima, más que ninguna otra del artista, a una concepción del paisaje como espacio entrópico que se abre en todas las direcciones y que relega atribuciones fijas o estables. Pero sobre todo, este escenario caótico revela que dentro de la poética de Antonio Barea también habita el deseo de gestionar la incertidumbre ya que, como en todo viaje, lo único que permanece inalterable son las formas escritas sobre el mapa. Y en ocasiones, parafraseando a Houellebecq, el mapa puede ser más interesante que el territorio.

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Antonio Barea (Jaén, 1985) es licenciado en Bellas Artes y ha completado su formación académica con el Programa de Doctorado Territorios Artísticos Contemporáneos y  con un Máster de Investigación en Territorio y Paisaje. A finales de 2012 fue seleccionado por la Fundación BilbaoArte, dentro de su programa de becas de producción, para presentar su proyecto Landing, en el cual sigue trabajando en la actualidad, tras haber cerrado Mapas invisibles. Su proyecto más reciente, Acantilado, una intervención site specific en el Puente de Deusto situado en Bilbao. Entre sus próximos proyectos destaca su participación en la exposición colectiva Horizonte que tendrá lugar en el Museo Guggenheim Bilbao el próximo mes de septiembre.

Carlos Delgado Mayordomo (Madrid, 1979) es licenciado en Historia del Arte. Actualmente es coordinador de proyectos expositivos de la Fundación FIArt y responsable de exposiciones de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Las Rozas. Desde 2008 trabaja como comisario independiente para museos e instituciones de España y América Latina, donde ha desarrollado, entre otras, las exposiciones Rare paintings (2008), Agustí Centelles: la caja de la memoria (2009) y, junto a Carlos Jimenez, Sinergias. Arte latinoamericano actual en España (2011). Una selección de sus textos sobre arte y literatura se pueden consultar en el blog http://www.arteparaperplejos.blogspot.com.es/

 

Imágenes:

00. 10 minutes to landing.190x50x60cm.Aluminio, varilla roscada zinc, atlas de carreteras Michelin. 2012
01. Winglets.200x60x60cm.Aluminio, varilla roscada latón, atlas de carreteras Michelin.2012
02. 12 Mapa. 9 x (100x100x70cm.). Aluminio, varilla roscada zinc, atlas de carreteras Michelin Europa. 2012
03. La batalla de San Romano (detalle), 34 x 72 x 30 cm. 2012
04. Vertical landscape. 200x100x80cm. Cartografías militares sobre metacrilato. 2012
05. Vertical landscape (detalle), 200x100x80cm. Cartografías militares sobre metacrilato. 2012
06. S/t. 6x(78x53cm.) Fotograbado sobre papel Hahnemüle 300gr. (Edición de 6). 2012
07. Bergamo. 251x240x90cm. 527 piezas de aluminio y madera. 2013.
08. Bergamo (detalle). 251x240x90cm. 527 piezas de aluminio y madera. 2013
09. Airport. 25x25x15 cm. Fotograbado sobre papel Hahnemüle 300gr, tinta termocrómica, resistencia y madera. 2013
010. Airport.(detalle). 25x25x15 cm. Fotograbado sobre papel Hahnemüle 300gr, tinta termocrómica, resistencia y madera. 2013
011. 737-300. 2 x (110x50cm). Madera y aluminio. 2013
012. Beauvais. 155 x 120 cm. 468 piezas de aluminio. 2013
013. Acantilado. 400 x 250 x 150 cm. 275 piezas de aluminio, hilo de nylon y cable acerado. 2013
014. Acantilado (detalle). 400 x 250 x 150 cm. 275 piezas de aluminio, hilo de nylon y cable acerado. 2013

 
 
 

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