Antonio Zarco: «Warhol para mí es una puñetera mierda»

Antonio Zarco pasó de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid a la de Bellas Artes de San Fernando, y en 1960, gracias a una beca de la Fundación Juan March, viajó a Venecia, donde estudió la técnica del fresco con Bruno Saetti. Al año siguiente obtuvo el Gran Premio de Roma. Alternó estas estancias con continuos viajes por toda Europa, enriquecedores del color y los empastes de su pintura. Ya en España, trabajó con óleos y frescos, retrató parajes condenados a desaparecer, a medio camino entre lo urbano y lo rural, se inició en la docencia y comenzó su producción gráfica, con aguafuertes, como los que ilustran La Busca, de 1977, o lino-xilografías, como las que ilustran textos de Cervantes, del mismo año.
En la década de 1980 introduce elementos fantásticos en su obra, como la yuxtaposición de imágenes o los planos forzados. Sus paisajes se abstraen mediante el uso de colores discordantes, bajo un tamiz suave, gastado, en una evolución que continúa hasta la actualidad.

Artista polifacético, profesor en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, galardonado por sus obras en la Fundación Rodríguez Acosta, en el BMW, Gubbio (Italia), Grabadores de Madrid, Cámara de Comercio de Madrid, Bienal de Alejandría, o Círculo 2, entre otros. Su obra es una pura reflexión y tensión pictórica entre la figuración y la abstracción, y aunque es un gran artista del paisaje, la figura humana es otra de sus temáticas más repetidas.

Cotizado grabador, ha realizado grandes series como la de la obra cervantina Rinconete y Cortadillo o Dolores la escandalosa, de la novela de Pío Baroja La Busca, retratos en grabado sobre Cervantes y Pío Baroja, con especial mención a la técnica de la punta seca, con la que trabaja muy a menudo.

El artista nos recibe contento, alegre, en su casa-estudio de Madrid. Se le ve feliz. Nos confiesa que ha estado algo delicado de salud, pero que estaba esperando nuestra visita con ilusión y se le nota en la amplia sonrisa y la deferencia al acogernos tan entrañablemente y abrirnos de par en par lo más privado de su vida y de su obra. Una hermosa y céntrica calle de la capital en la que se guardan recuerdos de toda una vida, atesorados con cariño y mimo y en la que algunas de sus obras de juventud nos dan la bienvenida y nos deleitan con las explicaciones de los cuadros, de las modelos de la época, del color y la luz, de la forma y la materia que inundaban todas sus creaciones más tempranas.
Nos enseña su casa y nos abre su corazón. Nos cuenta sus últimos proyectos, una magna biografía que sobre él está realizando un buen amigo, una grandiosa exposición retrospectiva que quiere preparar y se toma con calma, y una escultura cuya maqueta blande con brazo firme y mirada soñadora… Y nos deja curiosear por el luminoso estudio repleto de mesas llenas de grabados, modernos artefactos con los que graba, trozos de metacrilato, caballetes, lienzos y una amplia zona de descanso desde la que poder tener una hermosa perspectiva de toda su vida y de su creación. Allí sentados, tranquilos y en un ambiente realmente inspirador, charlamos con Antonio Zarco y nos hace algunas confesiones que podríamos denominar como “políticamente incorrectas”… pero que desde su maestría y dominio se puede permitir, y más a estas alturas de la vida, en las que no quiere ya callar nada.

Foto Antonio Zarco(1)

Unas paletas colgadas tras de él me dan pie a comenzar la charla:

Las paletas dicen mucho de un pintor

Dicen del pintor del color y sobre todo dicen del gesto de la mano, que es muy importante. Un pintor cuyo gesto de la mano no se vea, para mi no es pintor; por ejemplo, Dalí, a mí me parece un hombre con una gran imaginación, con un gran sentido de lo fantástico… pero no es pintor pintor…  el pintor tiene que tener en cada centímetro cuadrado del cuadro valor plástico, valor de ejecución, valor de dicción, valor de color, de materia, y eso en Dali, como te digo, es como hule…

Es decir, que crees en la mancha, en el cuerpo, en la textura…

Y en la materia, el color y la forma, la forma es importantísima… Sin forma no hay nada. Además es que en realidad, todo objeto que nosotros podemos percibir por los sentidos, verlo,… sobre todo esto de que entre primero por la vista, se nos olvida mucho, porque la pintura es para verse, no para decirse, hablamos demasiado de la pintura y lo que hay que hacer es verla.

Yo creo que lo primero que hay que hacer es sentirla, más que hablar de ella, pensar qué te transmite, si te sobrecoge…

La pintura en el fondo sólo es forma, color y materia, y se acabó.

Y ¿qué predomina en una obra de Antonio Zarco?

Yo diría que las tres cosas. He conseguido, un poco las tres, he logrado mi pequeño equilibrio. Esto empieza con los venecianos que son los que descubren, ahora el Greco nos lo está mostrando, que la pintura según la entendieron ellos y según se está demostrando después, no es un dibujo que se rellena de color, que era lo que hacían los romanos y florentinos, sino una forma que se crea con la mancha, la mancha es más grande o más pequeña y lleva la materia, el color y la forma.

No hay pues un rasgo distintivo de tu obra…

A mí me preocupa mucho el espacio, tanto el espacio plano del cuadro, la bidimensionalidad, como el espacio que finge el cuadro, que es la tercera dimensión, y que es una ficción, porque no tiene más que dos, la realidad de un cuadro no tiene más que dos, pero esos dos sentidos del espacio, el espacio como plano y el espacio como tercera dimensión y como profundidad, es algo que me preocupa mucho.

¿Sueles bocetar la obra antes de empezar con el óleo?

Muy poco, en cuanto tengo la idea clara me pongo a hacer rayas en el cuadro y me pongo a pintar sin más.

Y va saliendo todo solo.

Sí, y además retoco muy poco en el momento, aunque me gusta al cabo de los años tocar algo de un cuadro, eso no me importa hacerlo. Lo estudio y no me cuesta ponerme a ello.

Entonces nunca consideras acabada una obra…

Claro, porque podrías quitar y poner cosas…

Pero ya sería otra obra, no la original

Si, sí… pero cuando algo así me surge, lo que hago es que en lugar de retocar toda la obra completa, pues cojo un trozo de esa obra y hago otro cuadro.

Un cuadro de otro cuadro…

Sí, efectivamente. Es un proceso de trabajo que todos los cuadros tienen. Además hay, y por lógica tiene que haber, una buena relación entre todos ellos, ya que proceden de la misma veta, por así decirlo, y eso creo que les da una unidad.

Con lo difícil que es utilizar en un cuadro el verde compuesto casi puro, ¿por qué lo usas casi como referencia en algunos de tus cuadros?

Porque me gusta mucho el verde

Sí, pero es un color difícil…

Es muy difícil de manejar, pero a mí siempre me ha gustado meter el verde y en mis obras aguanta bien porque está con los rojos, que se complementan y aguantan bien en las obras; y me gusta rodearlos de azules, que da unos acordes muy difíciles; muy poco frecuente ver los verdes y azules juntos.

La importancia del color es evidente en tus cuadros, pero cuando son trabajos en papel, grabados, ¿cómo transmites esas gamas en los soportes?

Es que en los grabados al no haber color solo hay tonos, hay valores: del claro al oscuro y de línea a masa. El grabado funciona con esos cuatro elementos, claro, oscuro, línea y masa.

Eres un gran grabador y tienes además mucha obra, pero ¿has grabado alguna vez alguno de tus cuadros?

Pues la verdad es que no lo he hecho nunca, ahora que lo pienso es verdad, no lo he hecho nunca, pero es que creo que los grabados son grabados y los cuadros son eso, cuadros.

Y eres un excelente dibujante…

El dibujo me gusta, me gusta mucho, hay que dibujar mucho. El dibujo es la estructura, es el esqueleto de un cuadro, es la base, es la forma; si coges una sonata de Beethoven, verás que está formalmente repartida en tres o cuatro elementos, depende a veces, y cada elemento tiene un carácter y por lo tanto tiene un ritmo distinto; las melodías pueden repetirse, pero el ritmo las cambia. Y eso es todo el proceso; así se demuestra que la forma es importantísima, y mal músico es el que toca una melodía continuamente, una detrás de otra y se acabó.

¿Como ves las nuevas tecnologías aplicadas al mundo del arte?

Muy interesantes.

¿Tanto como para utilizarlas?

Sí, por supuesto, los últimos grabados que he hecho están hechos sobre metacrilato y usando aparatos eléctricos, no sólo de forma manual, sino que uso un percutor, porque dan otra cosa, es un lenguaje distinto, una herramienta distinta y por lo tanto, le da una fuerza a la obra, y una contundencia que de otra manera no tendría. Lo que no soporto son las cosas mecanizadas. Por ejemplo: Warhol para mí es una puñetera mierda… (ríe despreocupado ante lo que acaba de decir)… Eso para mi no tiene nada que ver con la pintura, nada… Es coger un tebeo y hacerlo en dos metros por dos. Eso es un proceso puramente mecánico, pero nada más: ahí no hay ninguna invención. Y si con eso quieres decir que el mundo está mecanizado pues habrá que decir que socialmente ha acertado, pero estéticamente no… Yo creo que la gente está hecha un lío en este sentido.

¿El diseño por ordenador, por ejemplo?

No, no, no. El ordenador es esto (señala su cabeza), este es el mejor ordenador que tenemos.

¿Qué tiene que tener un pintor, ante todo?

Ante todo y por encima de todo, sensibilidad. El pintor, el escultor, el arquitecto, el músico, el literato, todos ellos deben tener sensibilidad.

¿Qué es sensibilidad?

Pues si yo lo supiera sería un genio, aunque intuyo que es una especie de posibilidad de descubrir en la realidad lo que otros no descubren. O de vibrar ante una cosa que la realidad tiene y que los demás no perciben.

¿Y eso no se aprende?

Eso no se aprende, eso se tiene o no se tiene… Hay una cosa interesantísima que es la palabra cultura, esta palabra viene de cultivo, o cultivo viene de cultura, son similares, pero tu no puedes cultivar un campo que no tienes. Si tienes un campo y lo cultivas y abonas, pues entonces te dará fruto, pero si no tienes sensibilidad, que en este caso es el campo, pues ya puedes hacer todas las diabluras que quieras y tener una mano maravillosa y una máquina que hace de todo, pero aquello estará falto de algo importantísimo que no sabemos en qué consiste, pero que se nota cuándo está y cuándo no, y ya está.

El arte actual adolece de…

Yo creo que el arte ha dado la espalda demasiado a la vida, de una manera brusca y además innecesaria, a lo que llamamos el mundo humano, al ser humano, a los valores. Mi tesis doctoral se titulaba Arte, vida y sociedad: por un nuevo humanismo, que es lo que yo veo que se ha perdido. Hay una frase del filósofo griego Protágoras, del siglo V a.C. que dice: “El hombre es la medida de todas las cosas”, y eso es lo que creo yo que se ha perdido. Hemos deshumanizado toda nuestra actividad, no sólo el arte, la hemos tecnificado, y hemos caído de bruces, y de pies y manos, en los brazos de la técnica, y la técnica es sólo un proceso y un medio, pero no el fin.

¿Cómo ves el futuro del arte?

No lo veo con retornos, porque nunca se vuelve, pero sí reencuentros con ese camino. Esos son los dos caminos que van paralelos: uno de los cuales parece que se rompe o se deshace, o se hace subterráneo, y al cabo de 200 metros aparece, pues eso nos está ocurriendo ahora… Yo creo que va a ser así.

El futuro inmediato de Antonio Zarco es.

Una retrospectiva sería mi último gran sueño…

Un adolescente que estrena zapatos es el que me está contando su último gran sueño: queda mucho aún por descubrir del maestro Zarco.

 

Entrevista realizada por Mª Dolores Barreda Pérez

 
 
 

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