True Detective versus Fargo, maneras opuestas de gestionar el éxito

La sabiduría popular sostiene que “lo importante no es alcanzar la cima, sino mantenerse”, y bien es cierto que las exitosas series de Fargo y True Detective han corrido desigual suerte en el desarrollo de sus segundas temporadas. Aun así, los dos proyectos continúan marcando un antes y un después en el calendario televisivo.

true detective 2Fotograma de los títulos de crédito iniciales de True Detective 2

Fueron las dos revelaciones televisivas de la cosecha de 2014. Títulos realmente cuidados bajo la batuta de un showrunner, la figura de moda en las tertulias sobre el medio audiovisual. Aunque tampoco nos llevemos a engaño, la figura del showrunner no es otra cosa que el autor contemporáneo heredero de las premisas de la Nouvelle Vague, afanándose en dejar su huella artística en una industria saturada de productos similares.

Encontrando cobijo en las cadenas de televisión de pago (HBO y FX), los showrunners se sienten soberanos para llevar a la práctica toda su creatividad, en una busca sempiterna de aquella serie que marque un antes y un después. Porque sí, aunque sus responsables no lo reconozcan abiertamente, Fargo y True Detective pretenden entrar en el exclusivo club de The Wire, Soprano, Twin Peaks o la reciente Breaking Bad.

True Detective fue la primera en llegar a la parrilla televisiva, desplegando con el director Cary Fukunaga un virtuoso lirismo visual pocas veces visto en el medio catódico. La historia de una pareja de detectives (Harrelson y McConaughey, también productores ejecutivos) tratando de resolver un asesinato encallado con el paso del tiempo en la Luisiana de los años 90, trascendió el encuadre espacio-temporal para discutir con sutileza temas trascendentales como la angustia existencial y nuestro lugar en el mundo.

Ocho capítulos que se tradujeron en múltiples premios, excepto los Globos de Oro, y una renovación por parte de una irreconocible HBO, más ansiosa que nunca por los plazos creativos. Lamentablemente, la cadena urgió a los escritores capitaneados por Nic Pizzolato a terminar rápido el guión y empezar el rodaje cuanto antes. El resultado ya lo conocemos: una temporada indigesta y densa que, en pos de abarcar todo lo posible, pierde la excelente capacidad de evocación de la primera. Apartado en el que también yerra la realización, puesto que la sustitución de Fukunaga por Justin Lin (Fast & furious) entre otros, restó innovación y atrevimiento al cuadro final. Desenlace en clara contraposición con la razón de ser del proyecto. True Detective no fue concebida para ser una serie convencional más, sino para aspirar a cosas mayores.

En la otra cara del centavo estadounidense se encuentra Fargo, con su particular universo propio derivado de la mente de los Hermanos Coen (productores ejecutivos en la serie). Habrá quien considere que medio camino estaba ya hecho al tratarse de una versión con referencias claras, pero, ¿cuántas adaptaciones fallidas de películas, series, libros y cómics se han perpetrado ya? Innumerables. Sabia decisión, entonces, la de los guionistas al mantener únicamente dos cosas del largometraje de 1996: el humor negro y el emplazamiento de aquella gélida norteamérica rural, con tanto peso en la historia como cualquier personaje. Logro este último conseguido por pocas series, la más reconocida: Twin Peaks; que dicho sea de paso, se encuentra también preparando su 3ª temporada.

fargoFotograma de Fargo 2×03, The Myth of Sisyphus

Estrenándose casualmente a rebufo de True Detective, como quien recoge el guante del desafío, apareció el título de Noah Huwley en medio de un escenario de escepticismo e indiferencia. Poco tardó en sacar pecho Huwley para dar la vuelta a la situación mostrando un guión sólido, con personajes tan descacharrantes como inquietantes (interpretados magistralmente por Martin Freeman y Billy Bob Thornton), y una acción desbordante pero cuidada. El milagro se había obrado. De ahí que, tras anunciarse una segunda temporada, nadie esperase que el listón fuera superado. El milagro se obró, otra vez, con el estreno de su continuación desde octubre a diciembre del año pasado.

El crimen ambientado en la década de los 70, unido a una Kirsten Dunst en estado de gracia, conecta directamente con el cinismo y el absurdo de la condición humana que los famosos realizadores retrataron rotundamente en su película original. Los guionistas controlan cada punto y coma de la trama, hasta tal punto que se permiten el lujo de introducir McGuffins sobrenaturales para terminar por desestabilizar al espectador. Un juego de malabares que, en definitiva, brilla y logra mantener la tensión del discurso en todo momento.

Ahora, ¿por qué ha triunfado Fargo y no True Detective, si tuvieron prácticamente los mismos plazos para sus segundas temporadas? Esta se ha convertido en la gran incógnita que surca los blogs y foros de los autodenominados seriéfilos. Bien, es de justicia subrayar que True Detective es una antología propiamente dicha, cada historia pretende ser completamente inconexa con la anterior. En HBO renegaron intencionalmente de todos los rasgos característicos (tanto visuales como argumentales) de la primera serie para construir algo nuevo desde cero, con unos plazos a todas luces insuficientes. Por el contrario, al mantener sus señas de identidad, y además agregar actores y elementos innovadores al conjunto, Fargo pudo calibrar mejor sus posibilidades artísticas y brindar una de las mejores miniseries del año, sino la mejor, a su cadena, FX.

El conflicto, a fin de cuentas, es un viejo conocido: la eterna disputa entre la creatividad autoral y el control industrial de los medios de comunicación, en ocasiones más interesados por el aspecto cuantitativo que por el cualitativo. Esperemos que los responsables hayan tomado nota y recapaciten de cara a unas más que probables terceras temporadas. Si no, aquí les dejo la síntesis: Dejen trabajar a los profesionales.

Por Carlos de Antonio
© XTRart

 
 
 

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